Segundo de bachillerato

2.9.15

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Para mí, septiembre siempre ha sido un mes raro. Septiembre es el mes de los comienzos. Comienzan las clases, comienza el otoño, y yo comienzo un nuevo año.

Nunca me ha gustado mucho mi cumpleaños. No me gustaba el hecho de invitar a mis amigas a casa para celebrarme a mí. De pequeña siempre tenía miedo de que nadie fuera a venir a mis fiestas, o de que si venía alguien se fuera a aburrir. Tampoco me gustaba lo de celebrar porque sí, que mis padres me forzaran a reunir a unas cuantas personas incluso si a mí no me apetecía.

Por otra parte, llega el frío, la lluvia, los días nublados. Vuelves a usar pantalones largos, jerséis, bufandas. Duermes con cinco mantas por las noches. En otoño el café sabe mejor que en verano. Qué queréis que os diga, adoro el otoño.

También están las clases. La mayoría de principios de septiembre los he vivido aterrada, imaginando todas las malas situaciones que estaría pasando en clase en tan sólo unas semanas. Hablar en público. Ver a gente que no me gusta. Hacer presentaciones orales. Estudiar asignaturas que no me entusiasmaban. Quedarme sola.

Septiembre siempre ha despertado en mí sentimientos confusos. Y este año no iba a ser la excepción.

No sé muy bien qué quiero decir con esta entrada ni de qué manera voy a hacerlo. Me convendría empezar por dejar las cosas claras. Este es mi último curso del instituto, y no tengo la mínima idea de qué pasará después.

El instituto ha sido el lugar donde he vivido algunos de los peores momentos de mi vida, pero puede que también algunos de los mejores. Comencé primero de bachillerato pensando que sería un año horrible, porque razones no me faltaban. Me llevé una grata sorpresa al comprobar que primero se convertiría en el mejor curso de todos. Y no es que faltaron los malos momentos. Es verdad que conocí a un par de personas muy especiales. Que aprendí mucho. Aprendí sobre historia, sobre la sociedad, sobre arte, sobre matemáticas, sobre idiomas, sobre literatura, sobre los humanos y sobre mí misma. Pero aprendí cosas sobre mí misma que desearía no haber descubierto. Dentro de mí hallé nuevos miedos y nuevas ansiedades.

Esos miedos y ansiedades son de lo que quiero hablar en esta entrada.

Empieza segundo de bachillerato, y con él se desencadenan ante mí preguntas a las que tengo que responder y opciones que debo escoger. Delimitar caminos y marcarme un plan nunca ha sido mi talento, pero ahora me veo obligada a ello.

Mi problema más inmediato es el Treball de Recerca, esa molestia normalmente odiada por todos los alumnos de Catalunya. Partiendo de la base de que sólo tengo dos páginas y media escritas y que, al intentar ponerme a hacer algo de verdad, me bloqueo y me siento incapaz... Creo que con eso lo digo todo. Ni siquiera quiero hablar de la exposición oral para ahorrarme algún disgusto mientras puedo.

Una vez me libre del Treball de Recerca y crea que puedo respirar libremente por un tiempo es cuando entra en escena la selectividad. Y antes de las PAU tengo que responder otra pregunta. ¿Qué voy a hacer? O tal vez... ¿qué quiero hacer? Aunque igual me conviene ¿qué soy capaz de hacer?

Supongo que la opción escogida por defecto para la mayor parte de los estudiantes es, apenas terminar bachillerato, ir a la universidad. He pensado un poco en tomarme un año sabático, pero me asusta un poco la idea de "perder tiempo".

Después está aquello que no se puede decidir en un solo curso, o en cinco años, o diez o quince (o igual algunos afortunados sí pueden). Decidir qué harás con tu vida.

Al comenzar primero de bach tenía bastante claro que me haría Publicidad y Relaciones Públicas o bien Comunicación Audiovisual. Pero entonces vi la luz y descubrí un grado llamado Llengües i Literatures Modernes. Entonces me debatí entre hacer algo que me apasionaba, como lo eran (y son) los idiomas y la literatura, o hacer algo que prometía, tal vez, un "mejor" futuro, pero que no me gustaba tanto como lo otro. Ahora me decanto más por alguna filología que Publicidad, la verdad. ¿Pero qué pasa si me estoy equivocando, de la misma forma que me equivoqué con Publicidad?

Seguro que esperáis que llegue a alguna conclusión inteligente que me asegure una vida cómoda y feliz. Lo cierto es que después de escribir este tochazo sigo con la mínima idea de qué hacer. Por ahora intentaré sobrevivir este mes y llegar a octubre entera.

Supongo que estas mini crisis existenciales las ha tenido todo el mundo. Decidme, ¿estáis teniendo o habéis pasado ya por una?



3 comentarios:

  1. Te saco 10 años, así que te puedo asegurar que todos esos miedos que ahora sientes van a pasar y la mitad de ellos no se van a cumplir. Siempre tenemos miedo de cosas que al final no pasan.

    Segundo de bachiller es un curso difícil, te exigen mucho y necesitan tiempo para todo y nunca lo hay, pero todo va a marchar, hazme caso.

    A mí tampoco me han gustado mis cumples nunca, por eso no lo celebro (y cuando lo he hecho, me he arrepentido) y adoro que vuelva a hacer fresquito!!

    besos!!!!!

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  2. No te preocupes ni por el treball de recerca, ni por la presentación final, y mucho menos por las PAU. Tendrás que estudiar (mucho en comparación a lo que ya lo has hecho), el no conocer el sistema te pondrá nerviosa, pero cuando acabe todo pensarás: sufrí demasiado para lo fácil que fue. Aveces ese nerviosismo es lo único que pone las cosas más difíciles de lo que son.

    Sobre la carrera lo único que te puedo decir es: no la escojas por las salidas que tenga, sinó por lo que te guste...Y si el primer año no te agrada, siempre puedes cambiar :)

    Me sumo también a lo de los cumpleaños, por tener, no lo tengo puesto ni en facebook!!

    Ánimos!

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  3. El TDR no es tanto como lo pintan, y lo digo en serio. Es un trabajo más, y si has ido haciéndolo poco a poco es casi imposible suspenderlo. En cuanto a segundo de bachillerato... Para mí fue muy duro por temas personales, y porque sentía que no estaba aprendiendo nada, que solo me estaban preparando para la Selectividad. Pero después llegaron asignaturas como Literatura o Historia del Arte, por las que me moría por ir a clase cada día, y todo era un poquito mejor. Después viene la Selectividad, y después de todo el miedo que te han metido, lo único que piensas al acabar es "¿y para esto tanta tontería?".

    Si necesitas un año sabático, tómatelo. Puedes aprovecharlo para hacer mil cosas (cursos, trabajar de algo para sacarte un dinerillo) y de mientras pensar qué quieres estudiar, si no lo tienes claro o no te sientes preparada. Yo entré dos años más tarde de lo que me tocaba y no me arrepiento, porque si hubiera entrado a los 18, ahora estaría estudiando algo que no me gusta.

    Tú tranquila, y no lo dejes todo para el último momento. Trabaja cada día, y verás que el curso te va bien.

    Un beso.

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