Hablemos de películas

5.3.16

Una de las metas que me marqué para este año ha sido la de ver al menos veintiséis películas. El año pasado descuidé el cariño que le tengo al cine y, con suerte, habré llegado a ver unas diez películas en total. El argumento que utilicé para consolarme por esta mísera cifra es, como de costumbre, la falta de tiempo. Esto no es más que una falacia que me obligo a mí misma a creer, porque si bien es cierto que he estado ocupada con el instituto, también he pasado una cantidad considerable de horas con el móvil, o sin hacer nada o quejándome de no tener tiempo. De haberlo tenido, lo hubiera desperdiciado haciendo un poco más de nada, para variar.

En resumidas cuentas, he decidido dejar de engañarme y comenzar a aprovechar un poco más el tiempo. No he llegado todavía al mínimo de veintiséis películas pero no voy mal encaminada. En el par de meses y poco más que llevamos de año, he logrado ver diez películas. Y, en esta entrada, voy a hablaros de algunas que me han llamado la atención.



No podía publicar esta entrada sin incluir Room (2015, dir. Lenny Abrahamson). No me gusta tildar de favorito a ningún libro, película o serie, pero cuando se trata de Room no me queda ninguna duda: es una de mis películas favoritas. Me conmovió la crudeza de la relación madre-hijo entre Joy y Jack de una manera especial, de una forma que me hizo recordar el miedo y el deseo más profundos que tengo y que, irónicamente, a veces parecen ser el mismo.



Se puede decir que tengo predilección por las historias sobre jóvenes vulnerables que creen saber mucho de todo y que, de una forma u otra, acaban decepcionados por la vida. Ginger & Rosa (2012, dir. Sally Potter) suplió con precisión la necesidad que tengo por este tipo de personajes, con los que suelo identificarme,  y dejó en mí una reconfortante sensación de angustia y melancolía.



Girl, Interrupted (1999, dir. James Mangold) ha estado una buena temporada en la lista de películas que quería ver y no fue hasta ayer que decidí tachar su nombre de una vez. Además, desde hace un tiempo, me llama la atención la salud mental y todo lo relacionado con ella. Esta película ha conseguido satisfacer un poco mi interés de una manera descarnada pero no por ello menos predecible.



En último lugar, quería hablar de Anomalisa (2015, Charlie Kaufman & Duke Johnson). Si Room me enamoró hasta límites impensables, con Anomalisa no hice más que sufrir, y no en un buen sentido. De verdad que deseaba que me gustase, pero no hubo manera. Aborrecí la progresión de los hechos, la presentación de los personajes y la omnipresencia de la voz principal.


Y eso es todo. ¡Hasta pronto!