Crónica del día que salí de casa con un tobillo medio torcido y un corazón bastante roto (parte dos)

13.8.15

parte uno aquí

Recorro la Avinguda Meridiana y compro agua y un zumo en un supermercado. Cojo el metro en la parada Marina. Seguramente me quedaba más cerca Arc de Triomf, pero me apetecía ir en metro y por eso fui a una parada que estaba más lejos. Me bajo en Universitat. Recorro la calle Joaquin Costa. No sé qué me pasa hoy, pero no tengo suerte encontrando tiendas. Doy vueltas de más y acabo pasando dos veces por más de un sitio. Cruzo la plaza del MACBA. Menuda tortura, pienso mientras me derrito del calor que hace allí. Por casualidad encuentro La Central. Creo que toparme con esa tienda fue un regalo del cielo o algo así, después de haber intentado encontrar como cinco tiendas y fracasar en todos mis intentos.

Paso por la calle Canuda y entro a uno de los H&M de Portal de l'Àngel. Busco un pantalón cualquiera y voy a un probador. Me siento en una silla y, por fin, respiro un poco más tranquila. Me miro en el espejo. Virgen santa, menudos pelos llevo. No tengo coleta. Me enrosco el pelo sobre sí mismo y encajo la punta bajo el moño. Tener el pelo largo no es muy rentable, pero al menos puedo hacerme un moño sin necesidad de una coleta, aunque luego el moño en cuestión mida lo mismo que una pelota de fútbol. Saco el pantalón que traje de la percha y salgo, y así no parece que he entrado al probador solo para sentarme cinco minutos. Voy a un par de tiendas más. Nada interesante. Bueno, sí. Me compro dos camisetas en Pull&Bear. Entro a Milagritos, un bar, y pido un café. Me gusta este lugar porque, con el café, te dan pequeños trozos de chocolate negro con aceite de oliva por encima. Sí, yo también puse cara de asco cuando lo vi, pero una vez lo pruebas... Está delicioso.

Pongo rumbo a Ribes&Casals. Necesito una tela para tapizar la silla de mi escritorio. Un hombre que trabaja allí me mira raro. Acabo comprando una con estampado houndstooth en color gris y blanco.

Me duelen las piernas y los hombros y la espalda. También siento un dolor extraño cuando muevo el tobillo. Tengo mucho calor. Estoy sudando. Y, aun así, no desearía estar en otro sitio. Bueno, igual otros cinco minutos en el probador fresquito de H&M no me vendrían mal. Pero supongo que se me entiende. Sólo me hacía falta venir a Barcelona para sentirme un poco mejor. De repente puedo respirar y sentir que me llega suficiente aire a los pulmones. Puedo pensar y no preocuparme en estar perdiendo el tiempo. No tengo ganas de desaparecer ni de llorar. No estoy enfadada, furiosa o de malhumor. No sé lo que tiene esta ciudad, pero espero que lo siga teniendo siempre.

Me dirijo hacia la estación. Miro el reloj. He perdido el tren de y 38, así que ahora he de esperar veinte minutos. Entro a Zara por el hecho de que hay aire acondicionado. Pensando que voy justa de tiempo, me doy más prisa de la que puede soportar mi cuerpo. Una pareja me detiene y me preguntan dónde queda la Pedrera, si pallí o palláPallá, respondo yo. Atravieso milagrosamente el típico cúmulo de turistas de Casa Batlló y no me clavan ningún palo selfie en el ojo por los pelos. Todavía faltan como ocho minutos para el tren. Perfecto. Justo lo que yo quería, esperar bajo el sol un buen rato.

Estoy esperando el tren. El andén está rebosando de gente. Por suerte, la mitad de las personas se suben a un tren con destino a Tortosa y el lugar se descongestiona un poco. Me siento en un banco. Una chica a mi lado abre un libro y se dispone a leer. Con sutileza y discreción intento leer algunas palabras de las páginas para ver de qué libro se trata. No consigo identificarlo.

Llega mi tren y subo en él. Ha llegado como diez minutos tarde. Date prisa para eso.

Leo un poco. Lucho para no quedarme dormida. Miro por la ventana. Pero, en general, pienso. He hecho lo posible por no dejar esa sensación de tranquilidad y paz en Barcelona. Espero tenerla conmigo todavía un tiempo más.

Intento hacer el camino estación-casa lo más largo posible. En cuanto llego a casa me derrumbo en una silla. Me doy una ducha. Sigo pensando un poco más.

Estos días... No sé, he tenido miedo. Miedo de que las cosas cambien. Miedo de que las cosas empeoren. Miedo de que las cosas se queden así para siempre. Pero las cosas están cambiando. Las cosas están empeorando. Las cosas... Bueno, si están así ahora mismo, ¿quién me asegura que no lo seguirán estando siempre?

No sé con qué propósito escribo esto. En realidad no creo que deba publicarlo. Creo que es muy aburrido de leer. Pero siento que debo escribir. Que debo escribirlo. No sé si lo que siento en este momento es una fase, o este será mi estado durante los próximos tres años. De todas formas, siento que debo documentar lo que siento y pienso y todo eso. Incluso si es un tostón, es mi tostón. No pretendo que a nadie le guste. Pero es necesario para mí escribir...




2 comentarios:

  1. ¡Hola! he leído un poco por encima y me ha gustado, así que primero iré a mirar la primera parte ^^
    un beso, me quedo por aquí :)

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