Te amé como amaba a las palabras: por cómo sonabas al arder y por cómo disfrazabas tu alma con garabatos ilegibles.
Te amé como amaba a la poesía. Descifré cuidadosamente tus enigmas y metáforas, avancé con la calma que se emplea al recitar un poema.
Te amé como amaba al cielo. Acepté tu naturaleza cambiante, me conformé con soportar truenos y lluvia porque sabía que, en el fondo, tus horizontes estaban poblados de luz celeste.
He amado muchas cosas, pero amarte a ti era como amar el susurro del viento entre la copa de un árbol o el leve crepitar de los pasos sobre la tierra húmeda al amanecer: amarte a ti era una tarea sutil e inconstante.
No destaco por mi constancia ni me enorgullezco de mi torpeza, pero lo cierto es que suelo caer por esperanzas volubles y a menudo arraigo en terrenos oscilantes.
Hola linda! veo que hace mucho no escribis :( espero que sigas por blogger.. me gusto mucho esta entrada. También pasaba a decirte que volví con más frecuencia luego de una larga temporada de examenes! espero que sigas por acá :)
ResponderEliminarUn beso grande!!
S.